Un café y dos cervezas

No había querido escribir sobre ello, ni casi pensar, por miedo a gafarlo con su habitual mala estrella, pero después de una semana, un café y dos cervezas, empezaba a vislumbrar que un tenue destello llegado de donde menos se esperaba comenzaba a alumbrar en su dirección.

Probablemente quedaría en nada como otras veces, pero lo que le importaba de verdad era que tenía otra vez el móvil lleno de palabras, la cabeza llena de nuevas canciones y la boca llena de sonrisas.

Desgraciadamente sí

¿Que tenía que sacarla de su cabeza de una vez por todas? Sí.

¿Que tenía que dirigir si vos en una nueva dirección? Pues sí.

¿Que Ella la mujer más sexy y atractiva sobre la faz de la tierra? Claro que sí.

¿Que daría una mano por zambullirse de cabeza en aquel escote vertiginoso que tan bien conocía? Por supuesto que sí.

¿Que vendería su alma al diablo por volver a estar con Ella, a besarla y amarla como un año atrás? Indudablemente que sí.

¿Que todo aquello ya solo pervivía en su imaginación porque Ella había pasado página? Desgraciadamente sí.

Chispazo

Agarrado con sus últimas fuerzas al borde del abismo, a punto de precipitarse al más negro de los abismos, vio aparecer entre sus manos un cabo desconocido, una cuerda salvadora a la que poder asirse y salir del peligro, la promesa de una nueva ilusión.

Daba igual si al final aquel chispazo quedaba en nada, el simple hecho de que se hubiera producido ya era suficiente para traerle de vuelta a la luz.

La última

Aunque no había tenido tiempo de ponerlo por escrito, tenía marcada aquella fecha en el calendario desde hacia semanas: un evento-comida multitudinario con mucha gente en común, que se iba a alargar toda la tarde y parte de la noche, y en el que tendrían seguro alguno de “sus momentos”, alguna pequeña charla con indirectas divertidas o incluso algún say when bien y mal intencionado a la par.

Obviamente, todo salió mal y al revés, hasta el punto de que después del primer saludo, ya no volvieron a hablar más en toda la velada. Solo un intento de Ella de acompañarle a él a la barra del bar, que encima se vio frustrado por compromisos de él que no pudo dejar de atender. Así que, cuando quiso girarse hacia Ella y vio que no estaba, terminó de asumirlo todo. Aquella especie de “ultimátum” que él se había inventado había sido un nuevo fracaso.

Asumió que la decisión que había tomado de separarse del todo de Ella, y que ya estaba poniendo en práctica, era la única posible; asumió que volverían a pasar semanas sin verla, porque ya no quedaban casi nunca; asumió que se tendría que enterar de Sus cosas por terceras personas, porque ya nunca se escribían o llamaban; asumió que lo único que iba a tener con Ella eran aquellas miradas eternas de “quiero y no puedo”; asumió que no iba a haber más say when, ni Remedy ni portales, porque Ella no quería, no podía o no sabía cómo mantenerle a él en Su vida.

Pero sobre todo asumió, después de tanto bourbon y lágrimas que tuvo que dejar las palabras para el día siguiente, que tenía que responder al inicio de conversación de una desconocida en la app de citas a la que había vuelto, y que había estado todo el día ignorando. Porque, aunque no fuese ni la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que decía que iba a tratar de olvidarla, sí que iba a ser la última.

“En este día”

Comenzaba a odiar intensamente la expresión “En este día” : era la frase con la que una de las apps de galería de fotos en su móvil le traía de vuelta todos los reels y textos que le había enviado a Ella justo un año atrás, cuando se escribían a diario, se llamaban por teléfono, cuando compartían canciones, cuando se encontraban en secreto para torturar camas y romper sábanas.

Le dolía ver que justo una vuelta al sol atrás se amaban y él era feliz por primera vez en años. Pero le dolía mucho más que de todo aquello solo quedasen fotos en una app de móvil.

Alguna

Sabía muy bien que el peligro estaba en las canciones, y por eso estaba poco a poco renovando sus playlists, sus grupos, sus estilos… Hasta que su hija ponía sin saber alguna canción indebida, alguna de las que no hacía tanto Ella le dedicaba a él, de las que le escribía que no podía dejar de escuchar. Alguna de las que Ella ya parecía haberse olvidado.

Alguna de las que se sentían como un gancho al hígado que te hacen puede el combate al instante. Alguna como Remedy.

Descansar

Después de una semana del bloqueo y cerrazón más absolutos, había bastado una simple canción a destiempo para que, para una noche que conseguía dormir un puñado de horas seguidas en semanas, su subconsciente se empeñase en traerla de vuelta a sus sueños una y otra vez.

Dormir, lo que se dice dormir, había dormido. Pero descansar… Eso ya era otra historia.

Irrompible

Allí estaba, con otra larga sesión de bourbon por delante, con la misma sensación de pérdida y tristeza que siempre que se separaba de Ella, con la misma desazón por no poder estar más tiempo con Ella, con la misma ansia de estrecharla entre sus brazos y estrellarse contra sus labios.

Pero la primera canción que sonó en sus auriculares hizo que algo cambiase aquella noche. La había guardado semanas atrás, y era la típica canción sobre la chica frágil e indefensa a quien el cantante iba a cuidar y proteger hasta convertirla en irrompible. Pero él se dio cuenta de que se identificaba más con la chica que con el cantante, y se convenció de si había alguien que “necesitaba cerrar los ojos mientras alguien cerraba sus brazos a su alrededor hasta convertirle en irrompible”, era precisamente él.

Así que frunció el ceño, apretó los dientes, y dio por terminada aquella recaída, convencido de que tenía que ser la última: si Ella quería silencio y distancia, eso era lo que tendría; si él le importaba o no, si le quería tener cerca o no, era algo que Ella tendría que demostrar; su amor por Ella nunca iba a desparecer, pero dejaba de ser gratis desde aquel mismo momento. Porque al final se convenció de aplicarse el, consejo que tantas veces Le había dado: antes él que nadie.

Aunque era consciente del océano de lágrimas que tenía por delante, de que la añoraría y continuaría con los millares de conversaciones con Ella en su cabeza, de que nunca nadie podría estar a Su altura, decidió que o cumplía su propósito de Año Nuevo o se dejaría la vida en el intento. Iba a dejar de buscarla, de retorcer su vida por verla, de esperar algo que nunca iba a llegar.

Iba a buscar nuevos horizontes aunque fuese lejos, aunque significase resetear su vida del todo. Iba a convencerse de que había un mundo más allá de Ella, por mucho que le doliese. Iba a convencerse de que, además de Ella, él tambores era irrompible

Negativa

Fue incapaz de concentrarse ni un solo minuto en la gran película ganadora de siete premios Oscar que tantas ganas tenía de ver, porque su cabeza no paraba de darle vueltas a que Ella le hubiera escrito, llamado e insistido mucho más de lo habitual para que fuera a tomar una cerveza con la gente con que se encontraba, y él le había dicho que no. Quizás una hora antes, quizá si no hubiera estado ya en pijama, quizá si no hubiera estado toda la tarde solo en casa esperando…

Pero, por primera vez en años, no había abandonado todo y salido corriendo a Su encuentro, le había dicho que no. Pese a Su insistencia. Y no sabía si era por el bourbon, por el arrepentimiento o por el ataque de orgullo, pero sospechaba que aquella negativa la iba a pagar con creces.

Vacaciones

Tumbado en la cama intentando conciliar el sueño, pensaba en lo fácil que sería recibirla a Ella en su casa estando de vacaciones, con todo el tiempo del mundo y privacidad total, como habían hecho un año atrás.

Pero la vida era muy diferente después de ese año, y a él nada más que le quedaban recuerdos, deseos imposibles y horas por delante sin dormir.