Lluvia

La lluvia seguía repiqueteando en la ventana, impasible, invencible. Él observaba las gotas deslizándose por el cristal, convencido de que ninguna fuerza en el mundo conseguiría detenerlas.

Entonces posó su mano sobre el pecho, y se preguntó con tristeza por qué su corazón no podía estar hecho de lluvia.