Incluida Ella

Odiaba enterarse de Sus cosas por terceras personas, odiaba no tener ni idea de dónde andaba, odiaba no saber si se encontraba bien o mal. Odiaba haber dejado de existir para Ella, pero odiaba mucho más que Ella le hubiera apartado de un plumazo, sin aviso, sin explicación, sin mediar palabra.

Así que, a pesar de que no era la primera vez que lo decía, en aquella ocasión lo decía de verdad: su historia con Ella se había terminado. Que después de casi veinte años de relación, de apoyo, de devoción, de amor absoluto e incondicional, lo único que hubiera conseguido fuera silencio e indiferencia era injusto, cruel e intolerable.

Y como esa pizca de felicidad que él tanto ansiaba no iba a venir de Ella, lo único apropiado era dar un golpe de timón y buscar nuevos vientos, por mucho que doliera, por mucho que costara, por mucho que asustara.

Siempre la llevaría en lo más profundo de su corazón, siempre se le aceleraría el pulso cuando la viera o supiera de Ella, siempre la amaría en contra de todo, pero tenía que empezar a mirar para otros lados. Porque se había ganado el derecho de intentar sentirse deseado, o importante, o querido incluso. Se había ganado el derecho de no conformarse con las migajas, de no ser el “quiero y no puedo”, de mandar al diablo la brillante armadura. Quien quisiera algo de él, se lo tendría que ganar.

Incluida Ella.

Solo Ella

Contemplarla embobado mientras hablaba, pelear con Ella defendiendo ideas opuestas, enternecerse por completo cuando posaba una mano sobre él, reírse a carcajadas con Sus ocurrencias, obligarse a respirar cuando Ella le clavaba sus ojos.

Sólo Ella lograba despertar tantos sentimientos en él. Sólo Ella sería por siempre dueña de su corazón.

Sólo por Ella se le estaba escapando media vida.

Ella

Maravillosa, fantástica, atractiva, portentosa, bellísima, extraordinaria, magnífica, soberbia, admirable, fascinante, enigmática … Maravillosa.

Inalcanzable.